El río Chilama está ubicado en el Puerto de La Libertad. Su longitud, al llegar al mar, es de 76.77 kilómetros. Nace de varias quebradas que se originan en las faldas de la montaña la Cordillera del Bálsamo, dentro de los municipios de Santa Tecla, Comasagua y Zaragoza.
Por sobreexplotación de los recursos y contaminación del río, el Chilama poco a poco va muriendo. Es preocupante que en tan pocos kilómetros de cauce, este afluente pase de ser el que provee de agua a algunas comunidades, a ser un lugar donde se tira basura y todo tipo de contaminantes.
En el río Chilama, la conciencia de los residentes y empresas que vierten sus contaminantes sobre el afluente es lo que les hace falta para tratar de protegerlo y salvaguardarlo.
A lo largo del río, dos realidades se hacen visibles: la primera es aquella donde numerosas familias de varias comunidades utilizan el agua para beber, y aunque no está potabilizada, no les afecta la salud. Su apariencia no muestra algún grado de contaminación. La segunda, la más triste. Río abajo, el Chilama presenta todo tipo de contaminación, y lo peor es que algunos residentes se dedican a la pesca para obtener alimentos.
Investigación del número de personas que dependen del Chilama
Un estudio realizado en 2007 por la Asociación Comunitaria Unida por el Agua y la Agricultura reveló que para ese año la cuenca del río Chilama contaba con 12,200 personas, repartidas en 24 comunidades y caseríos. El 62% de las comunidades se abastecía del servicio de la Administración de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) y el resto lo hacía de los manantiales cercanos a sus viviendas.
El estudio también arrojó que el 63% de esa población poseía un sistema de letrina de hoyo, que permite inevitablemente que los mantos acuíferos sean contaminados con excremento humano. Pero el problema del Chilama no termina ahí. El agua se ve afectada por desechos químicos agrícolas. Cuando los habitantes fumigan sus cultivos, la lluvia arrastra esos componentes al río.
Los principales contaminantes del afluente son la falta de saneamiento apropiado, prácticas agrícolas no amigables con el medio ambiente, pesca con químicos y descargas industriales. Frente a la comunidad Chilama Sur, una planta de tratamiento lanza sus desechos directamente al río, provocando mal olor y dando al agua un color café claro. Pobladores, alumnos de una escuela, incluso los pacientes y empleados de la unidad de salud se ven afectados por la contaminación. Metros más abajo, la situación se vuelve más crítica, ya que las aguas tratadas en el rastro de la alcaldía del Puerto son lanzadas directamente al río.
Sin importar toda esa cadena contaminante, muchas personas se arriesgan al consumir pescado que atrapan en el agua sucia.